16 abril 2006

Las campañas electorales y el papel de la sociedad


La campaña por la presidencia se ha caracterizado por una evidente pobreza en las propuestas y, por el contrario, abundantes descalificaciones entre los principales candidatos. Una y otra vez hemos escuchado ataques superficiales entre los distintos bandos. Por ejemplo, la reciente campaña del Partido Acción Nacional en contra de Andrés Manuel López Obrador en la que lo llama “un peligro para México”, sin ofrecer mayores argumentos que el uso de imágenes editadas y frases de persuasión.

Y así han transcurrido las campañas, porque en los hechos, los planteamientos de los contendientes no se diferencian con claridad. Esto es visible cuando de definir el rumbo económico del país se trata. Tanto Roberto Madrazo, Felipe Calderón y Andrés Manuel López Obrador se han decantado por el libre mercado. Si bien la izquierda mexicana se distanció históricamente del neo-liberalismo, en la actual competencia su candidato, que a sí mismo se ve como de centro-izquierda, ha señalado en sus 50 compromisos que mantendrá los equilibrios macroeconómicos, por lo que “habrá una adecuada política monetaria y disciplina en el manejo de la inflación y el déficit público”, asunto presente permanentemente en la agenda del liberalismo económico.

Y dado que no hay diferencias sustanciales en un rubro tan importante como el económico -como si existe en los planteamientos de otras izquierdas latinoamericanas- entonces la estrategia electoral es la de los denuestos. A ese ánimo se ha sumado el presidente Vicente Fox, quien desde hace varias semanas sostiene una guerra verbal con el candidato de la Alianza por el Bien de Todos, López Obrador. El Ejecutivo se ha dedicado, casi diariamente, a enviar mensajes de advertencia al electorado sobre los riesgos que supondría la llegada al poder de un personaje con las características del tabasqueño. Que si la política social, que si la reducción de la burocracia, en fin, el presidente ocupa su energía en intervenir en el proceso electoral, lo que significa el debilitamiento de su imagen y contribuye al deterioro del ya enrarecido clima político en el país.

Por otro lado, las respuestas de AMLO también han servido para mostrarle a los ciudadanos un lado poco favorable del aspirante; un talante duro que sus seguidores evitan reconocer. Ante tal panorama, lo sensato sería que los actores políticos todos, centraran el debate en los temas fundamentales que atañen al futuro próximo de la nación. Aunque parece poco probable que lo hagan.

Por ello es necesaria la participación de la sociedad en la discusión pública y no únicamente el día de la elección. Es precisa la construcción de verdaderas redes sociales que pongan en agenda los asuntos que a todos conciernen. Si realmente se quiere transitar a un sistema democrático, entonces los ciudadanos deben despertar de su letargo y actuar. La verdadera democracia se da de abajo hacia arriba, es decir, del pueblo hacia el gobierno y no al revés. Por eso bien vale hacer la pregunta: ¿se vale que aún haya quienes digan que no les interesa la política, y se quejen de los políticos?

2 comentarios:

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