24 septiembre 2006

Acceso a la información: la experiencia europea

De acuerdo al teórico Osterdahl, la libertad de información está íntimamente ligada a la libertad de expresión. El teórico señala que “de hecho se considera un componente de la libertad de expresión de incalculable valor. Por esto es tan valorada la apertura; se le asocia con uno de los derechos humanos y de las libertades consideradas fundamentales en una sociedad democrática”. En ese sentido, se relacionan a ésta las libertades de comunicar información y de expresar ideas, opiniones y sentimientos, así como la libertad de obtener y recibir información.

El término como tal -acceso a la información-, es utilizado en distintos cuerpos normativos, así como por teóricos y en tesis jurisprudenciales. El Tribunal de Primera Instancia de las Comunidades Europeas, que ha interpretado la norma comunitaria que otorga el acceso a los documentos de la Comisión Europea, ha señalado en sus sentencias que la Decisión 94/90 constituye un acto que “otorga a los ciudadanos un derecho de acceso a los documentos que obran en poder de la Comisión”.

En la jurisprudencia europea, el acceso a la información está vinculado a un control efectivo y eficaz del poder que ostentan las instituciones comunitarias, y, en ese sentido, es una forma de incrementar la confianza en la Administración. Asimismo refuerza el carácter democrático de las instituciones. En el Código de Conducta que dispone el acceso a la información, se considera un “principio general” el que el público tenga el más amplio acceso posible a los documentos de la Comisión y el Consejo.

La facultad de investigar es el mecanismo mediante el cual se pone en funcionamiento dicha contraloría social. Por ello, los tribunales europeos han sentado numerosos precedentes sobre la forma en que las autoridades deben proceder al responder una solicitud informativa. Como la ley comunitaria impone dos clases de excepciones –la valorativa de protección del interés público, y la discrecional del secreto en las deliberaciones-, los órganos jurisdiccionales han resuelto que las instituciones, antes de pronunciarse sobre una solicitud de acceso a determinados documentos, están obligadas “a examinar, en lo relativo a cada documento solicitado, si, a la vista de las informaciones que obran en su poder, su divulgación puede efectivamente perjudicar a uno de los intereses protegidos por la primera categoría de excepciones”. La anterior se conoce como “prueba de daño”, y ha sido desarrollada ampliamente por algunas legislaciones nacionales, como el caso de Suecia.

En España, el acceso a la información está considerado en el artículo 105 b del texto constitucional, en el capítulo que trata sobre el gobierno y la administración. Dicho artículo señala que la ley regulará “el acceso de los ciudadanos a los archivos y registros administrativos, salvo en lo que afecte a la seguridad y defensa del Estado, la averiguación de los delitos y la intimidad de las personas”.

Mientras que en México, el derecho de acceso a la información como tal no tiene reconocimiento en la Constitución. Sin embargo, podría caber dentro de una definición amplia del derecho a la información –consagrado en el artículo sexto-, que lamentablemente no existe ni en las leyes ni en la jurisprudencia mexicana. La legislación en la materia, tampoco forma parte de un desarrollo del precepto constitucional. Por ello, es pertinente que el país avance, a la luz de las experiencias internacionales, por el camino de la incorporación del derecho de acceso como una garantía individual de los mexicanos. Algunos estados como Puebla y Morelos lo han hecho en sus respectivas constituciones. Pero todavía falta mucho camino por recorrer para construir un andamiaje institucional sólido, que garantice a los ciudadanos el conocimiento de los documentos públicos.

Esta columna tiene Podcast. Haz click aquí para escucharlo.

04 septiembre 2006

En defensa de los blogs

En días recientes, algunos periodistas han escrito sobre el papel que actualmente juegan los blogs en el conflicto postelectoral mexicano. Merece la pena hacer un paréntesis para explicar a los lectores qué son los blogs. De acuerdo a la definición de la biblioteca más popular de Internet, Wikipedia, un blog es una bitácora o sitio web “periódicamente actualizado que recopila cronológicamente textos o artículos de uno o varios autores donde el más reciente aparece primero, con un uso o temática en particular, siempre conservando el autor la libertad de dejar publicado lo que crea pertinente”.

En México, como fenómeno de comunicación, los blogs adquirieron un protagonismo inusitado en este proceso electoral. Partidarios de Andrés Manuel López Obrador y de Felipe Calderón inauguraron los suyos para difundir las propuestas de sus respectivos candidatos. Al menos fue la intención inicial, ya que, en la medida en que transcurrieron las campañas, dichos espacios se transformaron en auténticos frentes de batalla, obvio reflejo de la polarización que alcanzó la contienda.

Un elemento que ayudó a consolidar la popularidad de estos sitios fue la incorporación de videos informativos y de propaganda, los segundos aunque llenos de ingenio, en ocasiones excesivos y viscerales. Por ejemplo, a López Obrador se le caricaturizó como un avestruz que esconde la cabeza ante sus problemas, mientras que a Felipe Calderón se le comparó con Hitler, y su propaganda con aquella empelada por Goebbels.

Para la mayor parte de los periodistas que han abordado el tema, estas bitácoras son espacios en los que personas anónimas promueven el odio y la desinformación. Y es que en ellos se ha cuestionado intensamente el trabajo de los medios informativos, especialmente el de la televisión, lo que ha provocado que los periodistas reciban una avalancha de correos electrónicos de sus audiencias.

Ciro Gómez Leyva escribió: “un querido colega de la radio me preguntó ayer qué debíamos hacer ante los mails jodidos y a veces aterradores. Le respondí que lo único que se me ocurría era tomar nota y seguir trabajando con la mayor puntualidad periodística posible, independientemente de que muy pocas personas estén interesadas en escuchar y discernir” (Milenio, 25/08/06).

El veterano Carlos Marín fue más allá y atribuyó al candidato de la Coalición por el Bien de Todos la autoría intelectual de los mensajes. “La virulencia de muchos mensajes que desde hace algunas semanas llegan al correo que calza este espacio (sin el aderezo de los insultos y las amenazas), corresponden a la perversidad con que Andrés Manuel López Obrador viene azuzando contra medios y periodistas” (Milenio, 28/08/06).

Mientas que, para Raymundo Rivapalacio, los blogs alientan el aniquilamiento físico de los informadores. “Los radicalismos avanzan rápidamente y la pregunta ya no es si van a linchar un día de estos a un periodista en la calle, sino quién y cuándo será linchado” (El Universal, 28/08/06).

Después de leer tan encendidos comentarios surge la pregunta de si los blogs son vistos como una amenaza para los periodistas, porque, más allá del lenguaje ofensivo que utilizan, marcan la agenda de temas importantes e incluso documentan con mayor rapidez y precisión el minuto a minuto del conflicto en que nos encontramos. Sirva de ejemplo que el Archivo del Congreso de Estados Unidos elabore permanentemente un respaldo de “El sendero del peje” (www.elsenderodelpeje.com), para la consulta del público interesado.

Quizá la razón del enojo de Marín, Gómez Leyva y Rivapalacio, tenga que ver más con el hecho de que la información se empiece a democratizar a través de medios como Internet. Probablemente se deba a la novedad de que los periodistas sean cuestionados públicamente por su desempeño, cuando tradicionalmente son ellos quienes hacen las preguntas, interpretan los sucesos, y en algunos casos, juzgan la inocencia o culpabilidad de las personas.

En cualquier caso, no se puede desconocer la importancia de los blogs en este proceso electoral y postelectoral. Tampoco se les puede callar, no hay modo; la red es libre y cualquier persona puede, gratuitamente, gestionar una bitácora o intervenir en ella. Si son moda o un asunto duradero, eso lo dirá el tiempo. Por lo pronto, no parece cercano su fin. Si a eso sumamos que los medios tradicionales no son capaces de satisfacer la necesidad del público de recibir información variada, oportuna, contrastada y actualizada, los blogs tienen cuerda para mucho rato.

Esta columna tiene Podcast. Haz click aquí para escucharlo.