17 julio 2006

La sociedad releva a políticos y medios

El más de un millón de personas que se dio cita el domingo en el zócalo capitalino ha mandado un mensaje muy claro a los medios y a la clase política: una buena parte de la población duda de la limpieza de la elección del pasado 2 de julio. Esos mexicanos no quieren ser menospreciados. Quieren certidumbre sobre el resultado. Saben que el próximo presidente necesita legitimidad. Tienen razón.

La Coalición por el Bien de Todos y su candidato han sido rebasados. Ya no se trata únicamente de López Obrador y sus simpatizantes, sino de miles o millones de personas que quieren que se clarifique la jornada electoral. En ese sentido, se equivocan quienes ven únicamente un movimiento partidista, y cometen doble error quienes ven “renegados”; se trata ahora de un movimiento social.

Bien escribe el periodista Ricardo Rocha que “nada más falso y tramposo que decir que en esta fase poselectoral hay dos vías excluyentes: la legal en el TEPJF, y la extralegal en las movilizaciones. Porque uno de los preceptos más sagrados de la Constitución es precisamente el derecho a las manifestaciones, como la ocurrida ayer” (El Universal, 17/07/06).

Las movilizaciones, que en todo momento han sido pacíficas, no implican, como algunos analistas quieren dar a entender, que no se respete la vía de la impugnación judicial, sino el derecho constitucional de todos los mexicanos a expresarse con libertad sobre los asuntos públicos. No se le pude pedir a quienes votaron que se queden en su casa durante 6 años hasta la próxima elección, cuando tengan la posibilidad de volver a expresarse. Nadie debería olvidar que la participación democrática comprende dos vías: la voz y el voto.

Pero las pruebas presentadas por la Coalición no son contundentes, señalan algunos con razón. Luego de que se demostrara la poca eficacia de las redes ciudadanas y las estructuras partidistas, las evidencias presentadas por Andrés Manuel López Obrador la semana pasada no han sido lo que se esperaba. Tampoco lo ha sido su explicación sobre sus pretensiones en torno a la impugnación frente al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF).

Por eso los ciudadanos ya relevan al equipo de AMLO del acopio de evidencias. Por esa razón los integrantes del naciente movimiento por la democracia han tomado el asunto en sus manos. El movimiento ciudadano empieza a entender que no puede depositarle toda su confianza a un hombre, y responsabilizarlo de su éxito o su fracaso.

También relevan a los periodistas de su labor de investigar si hubo o no un fraude electoral. Porque, a pesar de la descomunal denuncia, la mayor parte de los medios no ha hecho la tarea. Los periodistas no han sido capaces de investigar por si mismos la veracidad de la acusación, y cuestionan sin cesar. Pero la sociedad ya los cuestiona a ellos.

Ambos relevos tienen como eje principal el del uso de medios alternativos, fundamentalmente a través de Internet. En distintos blogs como “El sendero del peje” (www.elsenderodelpeje.com) o “El Plan de los Tres Puntos” (www.plandelos3puntos.org), se ofrece información actualizada sobre las denuncias ciudadanas en torno a las inconsistencias registradas durante el día de la elección. Ahí están almacenadas, por ejemplo, centenas de discordancias entre las sabanas colocadas afuera de las casillas y los reportes oficiales, así como también hay estudios de matemáticos sobre las curvas del PREP y del conteo distrital, fotografías, videos, en fin, material que el equipo legal del tabasqueño ya empieza a considerar seriamente.

No se puede soslayar el papel de este tipo de medios en procesos electorales. Basta mencionar las manifestaciones masivas en España el 13 de marzo de 2004, un día antes de la jornada electoral, y dos días después de los atentados terroristas en Atocha, mismas que fueron convocadas mediante la red de mensajes de telefonía celular. Para algunos, la organización social modificó sustancialmente la intención de voto, por lo que, José Luis Rodríguez Zapatero del PSOE, se alzó con la victoria sobre Mariano Rajoy, del conservador Partido Poupular (PP).

Hoy la sociedad reclama a los políticos, de todos los bandos, congruencia. Hoy la sociedad reclama a los medios su derecho a estar informada. Planteamientos que no se deben echar en saco roto, si en verdad se cree en la democracia.

03 julio 2006

Los saldos y retos que dejó el domingo


Quizá las del domingo hayan sido las elecciones mejor organizadas de la historia de México, con una enorme participación del electorado, pero sin duda también han sido las más competidas. Esto me produce sentimientos encontrados. Siento en la boca un sabor agridulce.

Por un lado, hay que destacar lo que ya se ha dicho hasta la saciedad: la participación de la sociedad, que venció estrepitosamente al abstencionismo. De acuerdo con recientes reportes del Instituto Federal Electoral (IFE), votó el 58.9% de los empadronados. Lo que quiere decir que hay una gran disposición de la sociedad por participar en la vida pública del país. Se trató de una jornada ejemplar que no tuvo mayores incidentes y que sentó varios precedentes.

Sin embargo, como dijeran los clásicos Calderón y López Obrador, lo aparentemente cerrado de la contienda ha provocado un escenario poco deseable: dos autoproclamados ganadores, y una espera que será larga, muy larga. Los días, las horas, los minutos y los segundos que corran hasta que la autoridad electoral ratifique el triunfo de uno y la derrota de otro serán tensos. La nación jamás había vivido un momento así.

Y es que luego de que el IFE, en la voz de su presidente Ugalde, asegurara que no es posible adelantar resultado alguno, las cosas han empezado a ir de mal en peor. Tenemos un ambiente enrarecido, con llamados del PAN y de la Coalición por el Bien de Todos a que se les reconozca un triunfo que ellos consideran irreversible. En otras palabras, que si el resultado final no los favorece, impugnarán el proceso. Afortunadamente se cuenta con la mediación del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), que determinará en última instancia quién ganó y quién perdió.

No hay duda de que los candidatos recurrirán a la vía jurisdiccional, y ahí tendrían que acabar las cosas, con una resolución que no deje lugar a dudas. No obstante, los ánimos están encendidos y la confianza en las instituciones se debilita. Estamos ante un hecho inédito, del que deberemos sacar lecciones, y que, a la fecha, ya deja algunos saldos.

El primero es el esbozo de un sistema político bipartidista para el país. Con la caída del PRI a una tercera posición en el Congreso, y el pequeño margen de distancia entre las dos principales fuerzas políticas, parece que avanzamos hacia una polarización social. Izquierda o derecha ¿ese será el dilema para los próximos años?

Otra consecuencia, que seguramente ya ha sido valorada por los principales contendientes, es que, esa nueva correlación de fuerzas en el legislativo, tendrá repercusiones sobre las que vale la pena detenerse. A diferencia de la legislatura actual, es probable que no haya parálisis en el Congreso, sino que la oposición concrete una alianza para sacar adelante reformas que no necesariamente sean compartidas por quien gobierne. En ese sentido, el Revolucionario Institucional será el partido comodín y aprovechará su papel, eso es seguro.

Mientras adelantamos estas conclusiones, la madre de todas las batallas está en curso. Por eso bien vale hacer un llamado a la sociedad a que se llene de paciencia y espere los resultados oficiales. Y que, dado el caso, apueste por la vía jurídica para la resolución de los conflictos. Si es preciso, voto por voto, que se hagan los recuentos que sean necesarios. La sociedad lo merece. Tampoco las autoridades electorales, que han sido constituidas tras varios años de lucha, podrían escatimar recursos o esfuerzos en esa tarea.


El país ha cambiado desde 1988. Las elecciones del domingo son una muestra de ello. Hoy contamos con un andamiaje institucional diseñado para dar certidumbre al los procesos. Estamos, literalmente, ante la prueba de fuego para la democracia electoral mexicana. ¿La superaremos? Esperemos que si.